Aquí en Corea del Sur, ser consciente de la muerte y vivirla ayuda a mejorar la calidad de vida. Cientos de personas, desde adolescentes hasta jubilados, participan cada año en un "morte vivo" a gran escala. Durante estos eventos, los participantes toman fotos del funeral, escriben cartas a sus seres queridos, autobiografías y sus últimos testamentos. Después, usan sábanas de lino y se acostan en un ataúd sellado para meditar y reflexionar sobre sus vidas. Mientras que en el ataúd, un "maestro de la muerte" cubre sus ojos y envuelve sus muñecas. Los falsos funerales duran unas cuatro horas.
Corea del Sur ocupa el primer lugar entre los países de la OCDE en las tasas de suicidio durante más de 10 años consecutivos. La presión social es uno de los factores clave. Un número significativo de jóvenes surcoreanos tienen grandes expectativas en materia de educación y empleo, que han quedado destrozadas por una economía enfriadora y el consiguiente aumento del desempleo.
Esta cuestión social condujo a una idea de aprender y prepararse para la muerte a una edad temprana, no importa lo cruel que pueda sonar. Las compañías funerarias comenzaron a ofrecer los llamados funerales simulados para ayudar a las personas a valorar sus vidas y buscar misericordia y reconciliación con amigos y familiares. Los que vivieron esta experiencia "morte" dicen que reconsideraron sus vidas.
Hay múltiples compañías que ofrecen servicios funerarios falsos en Corea del Sur. El Centro de Sanación de Hyowon en Seúl es uno de los lugares más conocidos. Está respaldada financieramente por una compañía de servicios funerarios; por lo tanto, la falsa experiencia funeraria en el centro es gratuita. Después de una breve conferencia y un vídeo de introducción, los participantes son llevados a una sala poco iluminada adornada con crisantemos. Se sientan junto a su ataúd, a menudo con lágrimas en los ojos, y escriben su último testamento. Luego se ponen sábanas de entierro y se acuestan en los ataúdes durante unos diez minutos.
Pensar en la muerte para disfrutar de la vida no es un concepto nuevo. Numerosos cafés de la muerte ganaron popularidad en América del Norte, Europa y Australia. En esos lugares, se anima a la gente a hablar abiertamente de la muerte.
